Sumar vs. Podemos: ¿un duelo de “verbos”?

La salida de Podemos del grupo parlamentario de Sumar es, solo, el punto final al proceso de ruptura con el régimen que comenzara el 15M (2011), cuando millones de personas salieron a la calle bajo los lemas de «no nos representan» y «le llaman democracia y no lo es»; proceso que encontró su culminación en el 2014, con las Marchas de la Dignidad, y cientos de miles se manifestaron con los lemas de «pan, trabajo y techo», que se añadieron a los anteriormente citados.

Surge en ese momento la necesidad de un vehículo político que catalizara toda la fuerza social de las calles. Había dos opciones: o construir una fuerza política que llevara hasta el final el carácter rupturista de esas movilizaciones, minoritario en el movimiento; o bien construir una organización electoral, que la canalizara a través de las instituciones, opción mayoritaria que, después de varios movimientos y reagrupamientos, cristalizó en PODEMOS.

Podemos se autoproclamó en su representante política y proclamó la necesidad de «asaltar los cielos». Fueron los años del «proceso constituyente», de Ventas y el «sí se puede». Como el «núcleo irradiador» fundacional de Podemos tenía como base teórica la idea de que el discurso político era la suma de unos «significantes flotantes», llegó a la conclusión de que a través de un “lenguaje eufemístico y tranquilizante”, de «un lifting semántico» (concepto con el que Gilles Lipovetski define a la sociedad pos moderna) podría cambiar algunas cosas.

Detrás de generalidades como que «el miedo va a cambiar de bando» o “fuera la casta”, pensaron que con eso bastaba para que las reivindicaciones populares llegaran a buen término. Un «lifting» cambia la forma de la persona, pero no la modifica en su esencia; y en política sucede exactamente lo mismo. Uno puede cambiar las palabras todo lo que quiera en su forma semántica, pero la realidad social siempre terminará por imponerse. Y esto es lo que Podemos descubrió cuando el «asaltar los cielos» se quedó en «asaltar ministerios» en alianza con el PSOE.

Los juegos semánticos chocaron con la realidad de unas clases sociales en conflicto, con un aparato del estado que no solo utiliza las palabras como juegos semánticos (esto lo deja para la propaganda), sino especialmente como armas de destrucción de personas: leyes, sentencias, imputaciones judiciales, llamamientos a escraches a familias, etc.

Descubrieron que «la política es la guerra con palabras», donde estas son las armas en tiempo de paz que pueden hacer tanto daño y ser tan destructivas como las mismas armas. Una sentencia judicial no es más que palabras construidas de una manera muy precisa… que puede llevar a alguien a la cárcel por años (Hasél, Altsasua,…!!!).

Descubrieron que el lenguaje «eufemístico y tranquilizante» no sirve de nada cuando enfrente está una clase social y sus instituciones (judicatura, políticos, etc.) que es todo menos «eufemística y tranquilizante».

El drama de Podemos fue que consciente o inconscientemente se creyó todas sus fantasías «tranquilizantes», desarmando a los millones de jóvenes que les siguieron tras el desmontaje de las acampadas del 15M. Les vendieron que el «lifting semántico», junto con la participación en las elecciones votándoles, era el fin del camino; con ello los sacaron de las calles, los llevaron a ayuntamientos y parlamentos; los desmovilizaron y despolitizaron, dejándolos a los pies de los caballos del régimen y sus instituciones.

El final del camino no estaba en «los cielos», sino en la incorporación de Podemos a unas instituciones que no hace mucho se decía que «no les representaban», convirtiéndose en parte del problema y no de la solución.

Sumar solo es la coherencia de esta trayectoria de Podemos, donde no cabe marcha atrás. Podemos creó Sumar, y ahora se lo está comiendo, porque Podemos ha dejado de servir a los objetivos que la clase dominante tiene, aumentar la explotación de los trabajadores y trabajadoras, la opresión de los pueblos y prepararse para una situación mundial altamente explosiva, con guerras de alta intensidad en diversas partes del mundo.

Sumar les es más útil, porque a diferencia de Podemos que es hijo de un estallido social de una juventud que ya no es tan joven (han pasado más de 10 años), tiene raíces sociales en los sindicatos que les garantizan la paz social para imponer sus políticas.

No es casualidad que mientras Podemos retrocede, fuerzas como Sumar basada en IU/CCOO, o el BNG, tengan más influencia. Lo que, a la pasada, es otro desmentido de las peregrinas teorías que dieran origen a Podemos y su «núcleo irradiador», que la política y las organizaciones que de ella se derivan, no tienen raíces sociales. Que las organizaciones son tan etéreas como el discurso político, estos basados en «significantes flotantes», aquellas sin raíces en ninguna clase social. El fin de Podemos es el fin de toda esta política basada en la fantasía de una época, la de la hegemonía del pos modernismo y el pos marxismo construida por la supuesta muerte del marxismo y el socialismo.

En el ABC, nada dado a la fantasía, se describía en marzo del 2004 el papel que sucesivamente han cumplido el PCE, IU, Podemos con sus ilusiones teóricas, y ahora, Sumar; la derecha española va tres pasos por delante de la llamada “izquierda”:

“(…) el paisaje democrático español ofrece históricamente un espacio claro a la izquierda del PSOE, donde debe asentarse una formación que refuerce la centralidad política de la socialdemocracia y al tiempo sirva de dique de contención para las tentaciones antisistema. IU ha ejercido, desde su refundación a partir del viejo PCE, como factor de estabilidad que ha cargado a sus espaldas con los distintos impulsos de izquierda alternativa que se han ido configurando tras la crisis del marxismo tradicional, evitando que se produzcan tentaciones escapistas y rupturistas al margen de los cauces de la democracia.”

El 15M había cuestionado el papel de IU como “dique de contención”, y las “tentaciones antisistema” se extendían como un reguero de pólvora; eran necesarios “nuevos discursos” que se convirtieran en un nuevo “dique de contención”, y ese fue Podemos, bajo la misma idea que el mismo artículo sugiere; frente a la IU de Llamazares demasiado apegada al PSOE, precisaban de un “referente ético de la izquierda, tal como funcionó durante el liderazgo de Julio Anguita”; y ese fue Podemos y Pablo Iglesias.

Una vez cumplido el papel de “dique de contención”, y ahora que el debate político lo marca la extrema derecha, ese “referente ético” ya no les es útil y pueden prescindir de él. Sumar es la herramienta de sustitución de Podemos como “dique de contención”.

Ahora que el capitalismo saca de nuevo a los perros de la guerra, todo el lenguaje «eufemístico y tranquilizante» se va por el desagüe como Podemos. Toca acabar con los “diques de contención, y reconstruir la política como lo que nunca debió dejar de ser, la herramienta de la lucha contra el capitalismo y por el «asalto a los cielos» sin mediaciones ni «lifting semántico».

Tras la nefasta experiencia de la opción institucional surgida del 15M, que solo ha generado decepción y escepticismo, es preciso construir la opción que fue minoritaria en aquel momento, pero que la práctica ha demostrado como válida; la rupturista desde la calle que retome el eje central de la lucha revolucionaria por la transformación socialista de la sociedad.

Galiza, 7 de diciembre de 2023
Roberto Laxe (Corriente Roja)

 

Imagen: El cuadro utilizado es Et tu, Brute? de William Holmes Sullivan (dominio público). El cuadro representa una escena de la obra Julio César, de William Shakespeare, en la que el cónsul romano, cuando es asesinado, le dice a su amigo: tú tambien, Brutus? al descubrirlo como uno más de los asesinos.

 

 

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